sábado, 31 de enero de 2015

No es país para tanta oscuridad

LOS OSCAR 2014 / 2


El hombre perdido en la propia niebla que genera

Si en el anterior post sobre los Oscar de este año, hablé sobre la representación de las minorías, hoy vengo a pronosticar que cuando echemos la vista atrás, recordaremos 2014 como un gran año para los dramas americanos que cuestionan al dichoso sueño americano. Y esta enorme cosecha no está justamente representada en los Oscar. Nightcrawler, Gone Girl y A most violent year suman entre las tres, 2 nominaciones (Pike y el guion de Gilroy). Foxcatcher ha logrado 5 nominaciones, incluidas director, actor, secundario y guion, pero se ha quedado fuera de mejor película. Sólo Whiplash, el sueño americano convertido (literalmente) en sangre, sudor y lágrimas, he llegado a la categoría reina, aunque su director, el nuevo niño talento que ha surgido en el cine USA, Damien Chazelle, no ha logrado la nominación. Frente a ellas, la Academia ha nominado hasta 4 (es decir, la mitad) films que observan el pasado con benevolencia: American Sniper (la Guerra de Irak), The Imitation Game (la II GM y la posguerra), The Theory of Everything (la segunda mitad del S. XX) y The Grand Budapest Hotel (la Europa pre - I GM). Completan el Big 8, Birdman, una mirada incisiva sobre el mundo del espectáculo en particular, y nuestras sociedades en general; Selma, un buen estudio de caso sobre la lucha por los derechos civiles en los años 60 en Estados Unidos; y la favorita, Boyhood, que nos habla de la turbulenta década pasada en Estados Unidos, tanto en el plano cultural como en el sociopolítico, desde una perspectiva crítica pero optimista, luminosa.

Que la Academia haya decidido minusvalorar a los grandes thrillers americanos del año, y en cambio se haya volcado con películas cuquis, no debería sorprendernos. El año pasado fue un oasis en el desierto. Es verdad que en los últimos Oscar venció un drama muy crudo sobre la esclavitud y que entre las nominadas había filmes bastante duros, como The Wolf of Wall  Street, sobre los excesos del mundo financiero o Dallas Bayers Club sobre el SIDA, la homofobia, el Gobierno, y las farmacéuticas. Pero en la edición anterior, la complaciente Argo se impuso a películas bastante complejas o críticas, como Zero Dark Thirty o Django Unchained; y en la de 2011, la de The Artist y Hugo, la selección de films nominados no podía ser más blanca, más allá de The Tree of life, que aún así no era un thriller desesperanzador, ni mucho menos. Teniendo en cuenta esto, no deberíamos estar sorprendidos. Sin embargo, yo lo estoy. Por un lado, porque estas películas de la América sucia me han gustado mucho, han conseguido capturar mi atención, hacerme pensar. Y por otro lado, porque The Imitation Game me da mucha rabia, como ya había dicho anteriormente, The Theory of Everything me parece una película muy menor (lo cuqui-británico no me representa), y creo que American Sniper es una película fallida y maniquea, que evita meterse en todos los charcos y que ni siquiera trata la cuestión de los veteranos con hondura.

La frustración aumenta también porque esta cosecha de thrillers psicológicos (en mayor o menor medida todos lo son), me recuerda mucho al cine de los años 70. De hecho Nightcrawler y A most violent year huelen más a Scorsese que gran parte de las últimas películas que el maestro ha dirigido. A nadie se le escapa que quizás la década de los 70 fuera la más rica y viva del cine americano. Aquella década de la generación que cambió Hollywood, que diría Peter Biskind, compuesta por el propio Scorsese, Coppola, Cimino, Hooper, Bogdanovic, Friedkin, Spielberg o Lucas. En aquellos años, lograron el Oscar a la mejor película los dos primeros Godfather, The French Connection, The Deer Hunter (la comparación con American Sniper es terrible para el film de Eastwood) y One flew over the cuckoo’s nest. Y entre las nominadas estuvieron films como Network, Taxi Driver, All the President’s Men (las tres perdieron frente a Rocky, todo sea dicho), Apocalypse Now, Dog day afternoon, Norma Rae, Coming home, Nashville, Jaws, The Last Picture Show o All that jazz, por citar sólo algunas películas americanas nominadas en aquella época (ya no voy a incluir a Cries and Whispers o A Clockwork Orange). Esto no quiere decir que no hubiera en aquella época películas cuquis o menores nominadas, claro que las había, films como A touch of class (¿quién dijo cuqui-británico?). Pero los thrillers oscurísimos no se veían arrinconados. Las películas valientes, osadas, tenían tanta presencia como los filmes más clásicos, más tradicionales. Quizás esté cayendo, paradójicamente, en la misma estrategia que le critico a la mitad de películas nominadas este año: ser demasiado benevolente con el pasado, pero de verdad creo que es preocupante que la Academia corriera más riesgos en 1979 que en 2015.

Aquel terriblemente hermoso New York, New York

Dicho todo esto, quiero dejar claro que no niego el avance que ha hecho la Academia en los últimos tiempos. Es obvio que en la última década, las películas nominadas al Oscar han sido más oscuras, complejas, arriesgadas y relevantes que sus homónimas de décadas pasadas (los 80 y los 90). Que la mayoría aplastante de filmes academicistas de antaño ha dejado paso al cine independiente y al cine de autor. En los 80, No country for old men y The Departed no hubieran ganado el Oscar a la mejor película. Whiplash no hubiera logrado 5 nominaciones, incluida mejor película, y ni Boyhood ni Birdman serían las favoritas de cara a la victoria en 1997. Cuando critico las ausencias del resto de grandes thrillers americanos del año, no quiero decir que yo los hubiera nominado. Sí hubiera metido, sin duda, a Gone Girl y Foxcatcher (además de a Whiplash, claro) y quizás a la aséptica A most violent year, pero no creo que Nightcrawler sea una de las 10 mejores películas del año. Sin embargo, sí creo que es mejor y más interesante que las tres películas nominadas que critiqué brevísimamente antes. Y sobre todo, sin ser una gran película, sí que arroja una visión punzante sobre nuestro tiempo. Últimamente reflexiono mucho sobre esto último, lo valioso que resulta poder ver buenas películas que nos ayuden a explicar en qué punto de la historia nos encontramos, cómo son nuestras sociedades, hacia dónde nos dirigimos. Y creo que los Oscar también deberían servir para eso. Para que cuando en 2050 miremos a las nominadas de 2014, podamos ver nítidamente cómo éramos por aquel entonces, y lo jodidos que estábamos.

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