jueves, 12 de marzo de 2015

Cambiar la historia

EL MINISTERIO DEL TIEMPO


Ese clásico giro de "You know nothing Jon Snow"

Esta semana La 1 ha emitido el tercer capítulo de El Ministerio del Tiempo, la serie creada por los hermanos Javier y Pablo Olivares. Este drama (sci-fi por su concepto, de aventuras por su ejecución) con toques de comedia, tiene como premisa la existencia de un Ministerio secreto encargado de gestionar una serie de puertas que al atravesarlas te conducen al pasado. A la vez, tiene que evitar que otras personas, ajenas a la institución, usen puertas que no están bajo su control, para alterar la historia, tanto de España como de la humanidad. Y así seguimos a tres funcionarios recién reclutados: un soldado de los Tercios de Flandes, una de las primeras mujeres universitarias de la Barcelona de finales del S.XIX y un enfermero del SAMUR de la actualidad (dos castellanos y una catalana, seamos políticamente correctos, y fieles a los dos centros de poder de España, no vaya a ser). Estos tres personajes, interpretados por Nacho Fresneda, Aura Garrido y Rodolfo Sancho, respectivamente, se dedican a luchar (junto a los veteranos y a los dirigentes del Ministerio) contra la alteración histórica. Precisamente mantener el rumbo de la historia pase lo que pase es la premisa fundamental sobre la que se asienta tanto el propio Ministerio, como la serie en sí misma. Pero... ¿y si nuestra historia es una mierda?

En los dos primeros capítulos, o unos villanos intentaban alterar la historia en su propio beneficio y/o esta sufría el riesgo de transformarse al ponerse en riesgo relevantes y beneficiosos acontecimientos del pasado (como el Siglo de Oro). Lo cual nos dirigía hacia un esquema en el que los buenos pretenden mantener el status-quo y los malos, aprovecharse de la manipulación de la historia. Sin embargo en este tercer episodio (centrado en los nazis y la reunión en Hendaya entre Franco y Hitler), muy superior a los anteriores y uno de los mejores que ha producido la ficción televisiva española, este esquema se vuelve más complejo. En una secuencia fabulosa entre Aura Garrido y Natalia Millán (una "enemiga" recurrente de los protagonistas), se plantea un nuevo escenario. ¿Y si hay gente que quiere cambiar la historia por el bien común? ¿Fue bueno para España, como recuerda el personaje de Millán, ganar la Guerra de Independencia (que centraba el primer episodio) contra Francia, permitiendo el regreso de los Borbones al poder? Fernando VII derogó la Constitución de Cádiz y volvió a sumir al país en el absolutismo. ¿Qué hubiera sido de España si no hubiera sido asesinado Prim? ¿Y si Franco hubiera muerto antes del alzamiento militar? ¿Y si?

Obviamente todo ello son teorías dentro de una historia que no pasó, y más allá de que El Ministerio del Tiempo juegue con estas ideas, la mera reflexión en torno a la idea de cambiar nuestra historia es interesante. ¿Por qué los humanos estamos tan orgullosos de nuestra historia, cuando la misma está bañada en sangre y destrucción (entre nosotros y del planeta)? Pero la cuestión va mucho más lejos. Más allá de la ciencia ficción, ¿no vivimos una constante reformulación de nuestra historia? Miguel-Anxo Murado publicó en Debate un libro muy interesante a este respecto titulado La invención del pasado: verdad y ficción en la historia de España. En este libro, Murado, disecciona la historia de España, o más bien, la historia que nos han contado de España, y descubre cómo la misma está alterada y manipulada a través de acontecimientos y discursos producidos en los dos últimos siglos, de cara a crear una historia unitaria de España que no tuvo lugar. Historiadores, pintores o literatos han contribuido a fijar en el imaginario colectivo acontecimientos que o no ocurrieron (la rendición de Breda) o han sido manipulados o idealizados (la propia existencia de España como una nación y un estado unitario desde los Católicos). La cultura es un arma muy poderosa, crea verdades, fija conceptos. La propia El Ministerio del Tiempo, cambiará para algunas personas la historia, aunque su premisa sea la no-alteración de la misma, básicamente porque al contárnosla, al reflexionar sobre ella (gracias TVE por llevar a cabo por fin una de tus labores como servicio público), estará generando un discurso producido desde un determinado punto de vista. Es lo hermoso, mágico y terrible que tiene la historia: cada uno la contamos según nos conviene ("cada quen fala da feira segundo lle foi nela", que diría mi abuela). Por eso El Ministerio del Tiempo más allá de ser una serie divertidísima, bien hecha, bien interpretada, con diálogos brillantes, y una clara apuesta por poner en valor nuestra cultura, es una serie tan interesante, e incluso relevante, más allá de su calidad como ficción televisiva y como entretenimiento de primera.

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