miércoles, 16 de julio de 2014

El tercer día

THE LEFTOVERS – Two Boats and a Helicopter


Cuando el azar parece que te sonríe...

Entre las olas de expectación generadas por el estreno de The Strain y el regreso de Utopia, el capítulo más comentado de la semana ha terminado siendo Two Boats and a Helicopter, el tercero de The Leftovers, el regreso de Damon Lindelof a la televisión de la mano de HBO. ¿Por qué? Porque es fantástico y tras los dos primeros capítulos poca gente creía que la serie podría llegar a ser una ficción de primera. Si los primeros capítulos eran correctos, tenían sus elementos interesantes, sobre todo relacionados con el entorno de los personajes, el mundo ligeramente distópico que los envolvía, en el tercero la serie se ha transformado en otra cosa, en algo relevante, enérgico, turbador. Este primero triunfo de The Leftovers nos señala, además, que era lo que no acababa de funcionar en la serie: los personajes.

Tras un punto de partida high-concept: de repente un día, desaparece el 2% de la humanidad, Lindelof y Perrotta habían apostado todo a mostrar las consecuencias de ese choque, en vez de las causas. Transitar de la ficción de los grandes misterios, hacia un drama de personajes. El problema es que esos personajes no eran realmente interesantes. Sí, tenían potencial, pero no lograban capturar nuestra atención lo suficiente. Frente al esquema de los dos primeros capítulos, que nos iban presentando a una serie de personajes que afrontaban de formas diversas lo acontecido tres años atrás, en el tercero, todo gira en torno a un único personaje, que no habíamos conocido hasta el momento, el Padre Jamison. Y ese personaje es oro televisivo. Si además contratas a un actor tan solvente (e inquietante) como Christopher Ecclestone, el impacto está garantizado. Así, la serie se manda la osadía de presentar una especie de bottle episode casi al inicio de su recorrido. La apuesta era arriesgada pero les ha salido redonda la jugada. En la piel de este cura apaleado, dedicado en cuerpo y alma a una misión incómoda para el resto de la comunidad, hemos podido por fin romper la frialdad de la serie y aventurarnos en la oscuridad del alma.

Con spoilers del 1x03
¿Y cuál es su misión? Investigar el pasado de gente que desapareció en el fatídico acontecimiento y demostrar a los que se quedaron, a estos “restos” humanos, que aquellos por los que lloran eran unos pecadores, y que no merecen sus lágrimas. Que todo fue una prueba, una prueba que nos prepara para lo que vendrá a partir de ahora. Frente al enigma que representan la secta de fumadores o el negro turbio que se rodea de chavalas asiáticas, Jamison es transparente en cuanto a sus objetivos, sus motivos y su desdicha. Si hasta ahora todo en The Leftovers parecía formar parte de una nebulosa, ahora empezamos a entender de qué estamos hablando… de la fe. Y esta reflexión sobre las creencias, sobre la duda, sobre las esperanzas y los temores, es el camino que debe de seguir a partir de ahora, porque es un camino muy interesante. Los personajes de esta serie son pobres diablos a la deriva. Son, efectivamente, los restos tras el naufragio. Y cuanto más en su interior buceé la cámara, más interesante será el relato. Por eso este capítulo es tan poderoso. Porque nos encierra con un personaje al borde del precipicio y hace que lo acompañemos en su periplo de fatalidades, desde el banco que le quiere quitar su iglesia hasta el descubrimiento (por otra parte muy obvio desde el principio) de que esta termina en manos de la secta de fumadores. Y justo en ese final, The Leftovers nos presenta un conflicto humano entre el cura y la líder de la secta, que sin duda, necesito ver cómo se desarrolla. Sólo con las miradas que se intercambian, sabemos que estamos ante un conflicto digno de un gran western. A lo cual ayuda que ambos actores, Ecclestone y la siempre turbadora Ann Dowd, sean los mejores actores del reparto, los escogidos con mayor precisión.

Antes de esa secuencia final, tan agria, que apesta a derrota y fatalidad, el capítulo nos embarque en un vía crucis lleno de tensión. O más que de tensión, de intensidad. Jamison necesita dinero para salvar su iglesia, la suerte le sonríe en una “recompensa” por su misión y en el casino, para después jugar a quitárselo frente a un caradura y empujarlo a ser él mismo un hombre malo de esos que deberían haber desaparecido el día en que el 2% de la población se evaporó. Tras volver a casa con el dinero, se para a ayudar a un miembro de la secta de fumadores que fue atacado, en su acto de buen samaritano lo atacan a él, dejándolo inconsciente.  Y durante ese estado de inconsciencia, todo es sueño, o más bien, pesadilla, entre alucinaciones entendemos qué le ha pasado a su mujer, quién es este pobre diablo, por qué es tan miserable. Aquí The Leftovers es casi un cruce entre Twin Peaks y Angels in America (sí, una comparación un tanto descabellada). Y de repente, despierta, justo a tiempo para salvar su iglesia. Corre hacia el banco. Llega 10 minutos tarde pero llega. El problema es que no lo hace en el día acordado, sino 3 días más tarde. Las pesadillas se habían prologando demasiado. Su iglesia ya no es suya, es propiedad de aquellos a los que tendió la mano cuando estaba a punto de lograr su objetivo. Otro escupitajo en la cara. La serie parece susurrarnos entre sonrisas malévolas: no es éste un mundo para buenas personas. Y duele.

PD: La mujer de Jamison la interpreta ni más ni menos que Janel Moloney, la gran Donnatella Moss de The West Wing. Espero que algún día salga de su estado vegetativo, porque es una actriz sensacional a la que el mundo no ha tratado como se merecía.
PD2: Mientras escribía, escuchaba El tercer día de Nacho Vegas. Le va como anillo al dedo al capítulo.

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