miércoles, 27 de noviembre de 2013

Nuevos planes, idénticas estrategias

HOMELAND


Mon Dieu!

El espionaje en la Guerra Fría era un juego táctico, una danza de poder, un intercambio de acciones y estrategias. Había una cierta belleza en las traiciones, asesinatos, encarcelaciones y demás actos deleznables. También unas reglas. Más o menos todos los actores en conflicto actuaban con las mismas tácticas. Eso cambió tras la caída del Muro. O más bien tras el derrumbamiento de las Torres Gemelas. El espionaje de hoy en día es un territorio al borde del colapso, que va detrás de la realidad, inadaptado a los nuevos tiempos, estructuralmente anclado aún en 1989. Quizás este sea el mayor problema de las políticas exteriores y de seguridad de los países occidentales. La CIA no vio venir el 11-S, el MI6 británico no detectó los riesgos a los que estaba sometido el Reino Unido, principal aliado de la política bélica estadounidense en Oriente Medio, y el CNI… ¿existe el CNI? Ha visto reducido su escaso poder hasta pasar en el último cambio de Gobierno a depender de Vicipresidencia y Ministerio de Presidencia, una situación estructuralmente surrealista.

En este reino del caos en el que se encuentra el espionaje occidental, incapaz de pasar de la guerra entre servicios secretos a la defensa frente al terrorismo, es dónde han surgido Guantánamo, las torturas y la pérdida de peso y prestigio de las agencias de inteligencia. Y esto es lo que muestran esa joya que AMC no supo tratar como debería llamada Rubicon, la mejor película del 2012, Zero Dark Thirty de Kathryn Bigelow y sí, la antaño amada y hoy vilipendiada Homeland.

Red lights! puede haber algún espoiler de Homeland hasta el 3x09
La serie de Gordon y Gansa es, para muchos, una serie a la deriva, desfigurada tras saltar el tiburón con la explosión de The Choice (2x13), que insiste en encadenarse a dos protagonistas tocados, en el caso de Brody tocado y hundido. Pero ¿Homeland es una serie recuperable? Sí, tras la debacle venezolana (3x03) la serie ha elevado el nivel. El rumbo está claro, el bote de salvación en el que debe embarcarse se llama Central Intelligence Agency. Si la season final de la segunda temporada dejó a Brody y Carrie sumidos en situaciones imposibles, abrió la puerta a un juego muy interesante al presentarnos una CIA al borde de la desaparición, literalmente destrozada (frente al estado de debilidad en el que se encuentra en la vida real desde el 11-S y el auge de la tan mentada en los últimos tiempos NSA, National Security Agency), acorralada por una visión, en cierta forma criminal, de lo que debe de ser, una máquina de exterminar enemigos, un ejército invisible. Esta es la visión del senador (y futuro director de la CIA) Andrew Lockhart, el gran malo de esta temporada y némesis ideológica de Saul. De la inteligencia como núcleo, a la acción como única arma. Si no sabemos jugar en el nuevo tablero lo mejor que podemos hacer es dinamitarlo.

Así, mientras Lockhart apuesta por aplastar a los enemigos de USA, Saul quiere jugar con ellos, devolver a la primera plana el juego de espías de la Guerra Fría que tan bien ha retratado John Le Carré, y sus múltiples adaptaciones cinematográficas, de The spy who came in from cold (Ritt, 1965) a Tinker, Tailor, Soldier, Spy (Alfredson, 2011). Precisamente la jugada que devolvió a Homeland, el teatrillo psiquiátrico de Carrie y Saul, está claramente inspirado (por no decir plagiado, homenajeado si se le pregunta a los responsables) en la trama de The spy who... En la obra de Le Carré un espía británico (interpretado en su adaptación cinematrográfica por Richard Burton) simulaba que caía en desgracia e ingresaba en prisión para hacer creer a la RDA que estaba en venta, en el muy criticable (y de hecho criticado) arranque de esta temporada de Homeland, Carrie provocaba su ingreso en un psiquiátrico y su caída pública en desgracia para que el enemigo Irán se le acercara. Si bien la trama de Homeland con la introducción de Brody en el plan tras el 3x09 se ha complicado mucho más, retorcido, forzado la confianza de un espectador que puede empezar a no creerse nada de lo que pasa en la serie. Más allá de la credibilidad del relato, es interesante reflexionar sobre la propuesta ideológica (y operativa) que subyace tras los giros imposibles de guion. Lo que Saul y Carrie proponen es que la inteligencia del siglo XXI debe ser en esencia muy similar a la inteligencia de la Guerra Fría, mientras que Lockhart apuesta por profundizar en ese viaje impredecible en el que se embarcó USA desde la invasión de Afganistán.

¿Nuevos planes, idénticas estrategias que diría Nacho Vegas? Lo veremos, tanto en la vida real como en la ficción. Solo por este debate tan interesante la temporada de Homeland ha merecido la pena. No, ya no es esa gran serie que era capaz de mirar a los ojos a Mad Men, Breaking Bad, The Good Wife o Game of Thrones. Homeland ya no juega por el título, pero sigue siendo una serie de primera división.

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